lunes, 30 de noviembre de 2009

Como cuando sé que no tengo razón.




De cuando en cuando me da por creer que tengo toda la razón del mundo, que lo que yo digo es ley, y que el que no se atiene a ella es un pendejo sin futuro (o sin presente en todo caso).

El problema con esto es que día con día está perdiendo cada vez más argumentos esta tesis.
Cómo si de repente las clases de moralidad comienzan a dar resultado; o como si después de 16 años de valemadrismo ante los regaños de mi familia comenzaran a sonar coherentes.
O más bien como si, de la noche a la mañana, todo por lo que vivo, creo y hago, perdiera fundamento. En pocas palabras: ya no me llena.

Y es que no soy tan malo (o eso creo)...(no, realmente no lo soy). Cuando la demás gente se enternece por ver un animalito desprotegido y con frío, o cuando la pareja de la película se da "el beso cúspide" del filme, yo también me enternezco; al igual que también aborrezco al maldito asesino sin escrúpulos que todo el mundo odia. Entonces, [por pinche lógica matemática] no soy diferente de nadie.

Lo que me deja con la misma duda de siempre: ¿Qué [rayos] estoy haciendo mal? o, en todo caso ¿qué no estoy haciendo? La respuesta es más que sabida, todo él que intente aconsejarme se encontrará con que él anterior a él me dijo las mismas palabras, claro, con especificas derivaciones pero en fin, "lo mesmo".

Es que no es tan difícil darse cuenta que lo único que no estoy haciendo bien, es hacer las cosas bien [duh]. Me explico: cuando para los exámenes finales la profesora titular de "awrbyhfi" materia, nos pidió entregar la guía para tener derecho a examen, hubo tres grupos de individuos:
  • Aquellos que entregaron la guía con las especificaciones requeridas
  • Aquellos que entregaron la guía pero les falló un detallito (nombre, orden de datos, etcétera)
  • Aquellos que no entregaron la guía.
De los tres no me considero estar en ninguno, afortunadamente me encuentro entre transición de estos siempre; justamente ahí radica mi problema, comenzando por que (según los que sí saben) se debería de pertenecer siempre al primer grupo, aunque creo que "siempre" es imposible en palabras de mortal amante en secreto del caos. Y aún así uno debe de ser "perfecto en todo lo que haga": ser el perfecto perdedor, ser el perfecto necio, ser el perfecto imbécil, ser el perfecto amante, ser el perfecto ganador, ser el perfecto "perfecto", ser el perfecto cuantimás adjetivos se puedan encontrar entre telarañas mentales.

Es así como creo saber que debo de hacer para sentirme completamente feliz; sin embargo, qué difícil es conseguirlo.

Entonces la solución más sencilla es, como siempre, olvidarlo y pedir una rebanada más de mediocridad.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Filósofando.

¿Eduardo Nicol?, ¿Jean Paul Sartre?, ¿Guillermo Sheridan? Hasta Brozo sale chingando a su madre antes que Ramses...