viernes, 18 de septiembre de 2009

Paint the sky with stars


Sonrisa. Palabra burda que describe ambiguamente la expresión humana que denota felicidad; presente ahora en un momento veloz, casi insignificante de la vida de “solo un chico”.

Un chico al azar, en una ciudad fortuita, en una época indefinida, en un lugar ciertamente eventual, en una situación carente de rumbo u orden.

¿Casualidad? No, trampa que el destino prepara y ejecuta con tal precisión que, en ocasiones, ofende.

Solo, sentado en un extremo reservado solo para él, porque el solía sentarse en esa parte todas las tardes después de las 5:00 y la gente, tanto dependientes como clientes, daban por sentado que ese era su lugar, en esa cafetería que frecuentaba tanto. Lugar que le agradaba mucho a él por su tranquilidad y ausencia de mal sabor en el café, además por ser un sitio extremadamente apartado de las zonas a los que el asistía en sus actividades diarias.

Uno de esos días, en los que parece que la realidad será tan palpable e imperiosa como al fin siempre lo ha sido y sin que él, ni nadie lo esperara, sucedió sin desdén que entro al local una mujer de rizos cobrizos y perfecta figura.

Los ojos del chico se dirigieron a lo alto del techo, como en señal de remembranza, sin que esta acción ocasionara algún resultado útil; sin embargo, la pinta de aquella mujer misteriosa le parecía familiar.

En otro momento, igualmente veloz casi insignificante, ella volteo su mirada al sitio en donde el yacía, permitiéndole a él recordar, en un chispazo tajante, su perfume, el sabor de sus labios y de su piel, incluso el color exacto de sus ojos, ya que estos se encontraban diferentes en cada momento del día y en ese momento eran las 5:15, momento en el que sus ojos aparentaban ser grisáceos sin serlos en realidad.

En sus ojos grisáceos, aunque sin serlos en realidad, se reflejo la silueta del chico, provocando, como en este primero, una reacción espontanea, aunque no igual a la del mismo. No , por la mete de ella, paso el pensamiento de casualidad, del que todos hemos sido víctimas, pero, ya antes dejamos claro que esto no es una casualidad, sino una tropelía del destino que entretejió esperando anticipadamente el resultado de esta mofa.

Seguido del pensamiento de casualidad en ella, apareció la duda de emitir, casi musitando, aquel: “hola, tanto tiempo sin verte…” aún pendiente, que podía ser tan acertado como no serlo. Pobre, la invadía la confusión y la duda; si tan solo supiera que todo esto es parte de un enmarañado plan del que se sabe, desde un comienzo el resultado; sin embargo ella no lo sabe, y por eso debe someter a su mente a la prueba del razonamiento.

¿Deberé o no deberé? – se pregunto, dejándose vencer por el sentimiento de redención tan característico del ser humano.

Tal vez ni me recuerde – se convenció a sí misma. Y del otro lado del local, el chico, que al haber tenido más tiempo de reflexionar sobre lo sucedido, tan solo añoraba el que ella se acercara y plantara los cimientos para una buena conversación y, quien sabe, hasta para una buena charla sobre los viejos tiempos.

Tiempos en los que les parecía a ambos que no era tan difícil acercarse a hablar uno con el otro, tiempos en los que lo único que parecía importarles no eran ni las maneras ni las dudas ni mucho menos el desencanto, sino la euforia de estar juntos solos y de preparar su momento perfecto, integrado por repiqueteos de lluvia en la ventana, la oscuridad a medias de la tarde y el fondo musical de The Klaxons, escuchando “come with me, come withe me, we´ll travel to infinity…”

Aquellos tiempos en los que lo único que importaba para ser feliz era ver en la expresión del próximo, como, poco a poco, se esbozaba una sonrisa sincera. Una sonrisa como la que se dibuja en el rostro del chico al recordar aquellas tardes cuando, después de la lluvia, el adoquín de la calle tenía entonces un color diferente. Una sonrisa como la que se despoja de hipocresías en la expresión de la mujer, que, al recordar aquellas tardes en las que el sabor del café parecía ser diferente después de estar con él, se deja de invisibilidades y la acompaña en todo su camino a casa.

Solo una sonrisa…

martes, 8 de septiembre de 2009

!Por fin¡


¡Yeah! Al fín, despues de meses sin encontrar la versión para descargar de Crystalized, creo que no tiene ninguna importancia pero aqui la dejo pra quien guste descargar

The xx - Crystalised

lunes, 7 de septiembre de 2009

Instrucciones para escribir un cuento. (no emulo a Cortazar)


He aquí un conjunto de ideas (idiotas) que se me ocurrieron al enfrentarme con la tarea de escribir un cuento.
Cabe mencionar mi contexto inmediato para que puedan comprender (ilusamente) el porque de de mis ideas (idiotas). Frente a mi una máquina con 97 teclas llamada usualmente laptop o simplemente "lap" (sic), suena un remix de la canción bestia de Hello Seahorse para bailar, demasiado malo por cierto, por lo que cambio la canción por una de metric (mi favorita), "gimme sypathy" llamada asi por...ni puta idea. A mi lado izquierdo (probablemente por que ahi la dejarón mis ganas de dormir), mi mochila llena de cuadernos y libros, entre los que se encuentra mi tarea si hacer y La mujerzuela respetuosa de Jean Paul Sartre del cual, no he leído ni el primer verbo debido a mi adiccion al facebook. Maldito facebook. Maldito en verdad.
Después de la primera estrofa de hoy no me vas a parar (hoy no, hoy no voy a aguantar a que suene el despertador...hoy no me vas a parar...) miro hacia arriba. En el curso que sigue mi vista, se interpone un imagen que define la hipocresía (¿o no?); la foto de bodas de mis padres (sic al cuadrado).
Ya lo olvidé. Decido restarle importancia (!sic al cubo!), sigo con mi ruta; un cuadro de alcatraces-que chingue a su madre el imperio-, flores muertas (o de plastico, no me decido), dos fotos (photoshopeadas) de mi hermana y yo, en una casa ajena, con personas ajenas, y sonrisas ajenas en la época en la que nos valía madres si Salinas era calvo o no.
Es entonces que recuerdo la razón por la que estaba escribiendo este post. Los cuentos (si, son dos, una tarea y un concurso)...(sic a lo que falte). ¡Puta madre (sin que lo sea) tengo hambre!
Concluyo que no hay manera de escribir un cuento, y voy por algo de comer. :) yummi¡