//foto by Ceci Esquivel//Sencillamente somos fatalistas. No hay manera de cambiar las cosas. Maldito snob del carajo. Si tan solo pudieras comprender –estando-conmigo- que no hay razón para sentirte mal cada vez que la circunstancia parece ser amigable con tu insignificante vida. Por mucho menos podrías entrar en un ataque suicida transportivamente colectivo y retrasar a todos los pasajeros del metro nomás porque las vías te parecieron el mejor lugar para terminar con tu existencia. Con eso de que se te da muy bien mezclar antidepresivos con un hitter y la hierba santa. Al menos evitarías el temor al olvido del que todos los días me recordabas mientras me traías a la mente las imágenes más inoportunas de tu relación con ella y su incomprensible decisión de dejarte el mismo día que se supone irían al cine a no-sé-por-qué celebrar que habíanse soportado las incompatibilidades durante más de un año. La gente en el metro te recordará como una eventualidad insoportable al igual que tres cuartas partes de la gente que te conoció en vida. Incluida ella. Qué va, ya te estoy dando por muerto y ni siquiera has escuchado lo que Dios piensa de ti.
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Limpia tus ojos de lágrimas y mira las palmas de tus manos. Tal vez si repites en tu mente lo que deseas y cierras los ojos, cuando los abras aparecerá en tus manos. Y a partir de hoy sabrás lo que es la felicidad y gritarás al mundo lo feliz que eres. Feliz, feliz y feroz. Como el momento en que la miraste a los ojos y sin decir una palabra supiste que guardaría el secreto de ustedes dos en el asiento trasero del auto; y en el sofá imaginario del cuarto de ella; y en el mundo que crearon cuando la realidad les pareció inapropiada. La gente no ve esas relaciones con ojos de protección. ¿Fue esa la misma razón que te hizo inundar de ideas la mente sobre el alegre futuro que les esperaría si nadie se enteraba de lo que pasaba entre ustedes? Y sentiste la imperiosa necesidad de encontrar una excusa imbécil para sacar a ambos de ahí y llevarse a un lugar en donde estar solos sólo para decirle que la amas y que nunca podrías volver a ver el cielo si no estuviese pintado de púrpura con tintes oscuros. Porque el púrpura es su color favorito y ella era tu corazón favorito.
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¡Pero qué mierda dices! Y encima con tal seguridad de lo que piensas. Deberías avergonzarte de todas esas ideas que se te meten en la cabeza cuando quiebras la hierba y los sintético así de irresponsablemente. Porque no hay manera de que expliques esas cosas que dices sino con todas tus facultades mezcladas en un sueño de colores estridentes y voces lejanas. Bueno, bueno, deja ya de llorar dentro de esa tina llena de agua y sangre. Ven, vamos a dar una vuelta en bicicleta. Si lo pides como deseo, puedes encontrar al amor de tu vida paseando a su perro y con algo de suerte te atreverás a hablarle e invitarle una taza de té con lágrimas. Dicen que es la mejor manera de enamorar a alguien que no es sexualmente compatible contigo.
(.PUNTO.)
romanticismo de siglo XXI
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