lunes, 1 de febrero de 2010

Como cuando uno se siente un cereal.

Me siento como un delicioso froot loop morado.

Me pregunto si los deliciosos froot loops morados tienen problemas existenciales. O si se preocupan por amores postergados. O si prefieren un tazón de leche más que uno de yoghurt.

Yo estoy seguro de que preferiría más un plato lleno de leche que uno de viscoso, frío y dudoso yoghurt. Pero, ¿y después?, ¿qué viene después de esto?

Claro, uno toma decisiones que obviamente lo llevan a algún lado; pero, cuando todo esto ha llegado a su fin, es momento de detenerse y pensar...¿de qué ha servido tomar esa decisión?, ¿cómo estoy seguro de que fue lo mejor? En todo caso no hay manera de contestar ninguna de estas preguntas, sólo se puede imaginar...

Imaginar qué es lo que hubiera pasado si uno hubiera tomado otra decisión, imaginar qué otras decisiones se hubieran tenido que tomar, imaginar a dónde lo hubiera llevado esta primera decisión.

Esto es lo que me hace débil. No puedo dejar de imaginar que si hubiera hecho las cosas diferente, tal vez ahora me sentiría distinto. No porque no me sienta feliz pero, ¿pude haber sido más feliz? Me di cuenta de que a veces lo que a uno lo hace feliz no es lo que siempre ha sabido que tiene, sino lo que un día llega y se mete en su vida.

Es así como un día, sin que el pequeño froot loop se lo esperara, aparece en su línea de vida un pequeño plato lleno de fruta, y desde entonces nunca a vuelto a ser más feliz que ese día.

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