jueves, 21 de enero de 2010

Conveniencia.


Fuga de ideas.
Expresión de sentimientos.
Formación de conceptos.
Definición de caminos.
Alegoría de caracteres.
Proyección de verdades sospechosas.
Despeje de conclusiones.
Narración de inexistentes.

Como si fuera fácil escribir, encima, hay que pensar en todo lo que implica.
Las palabras escritas pueden tener o no trascendencia. Entonces, ¿para qué molestarse? o, ¿por qué no molestarse?

Se trata de un arte. Es una expresión. Todos (absolutamente todos) son capaces de parafrasear: la idea de crear no es rebuscada, no es sofisticada. Nadie, definitivamente nadie es capaz de entender lo que alguien más haga, cree, exprese. Sólo interpretar, no hay más. De tal manera que lo que uno haga no tiene ni la menor puta importancia. Un alivio es saber esto. Los colores son inexistentes para un ciego, y las letras son inefables para un analfabeta. Y el saber...

El saber es irrelevante para el que lo cree innecesario. Y el crear...

El crear es la única herramienta que tenemos para dejar de ser irrelevantes.

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